Así son las cosas...





Víctor, te contaré algo que solo al César y a la Lesli le he contado, el cómo le he conocido a mi padre. No es una historia extraordinaria, pero  me hace bien sacarlo. A ver, dime de qué trata. En el verano del 2012 mi madre llegó de España y me preguntó  si quería conocer a mi padre, respondí que sí. Teníamos que viajar a Santa Cruz porque mi padre radicaba allá por más de 20 años.

Fuimos. Yo estaba ilusionado de conocerlo. Toda mi vida crecí sin él. Me imagino que sí y qué más pasó, contame. En eso estoy, Víctor. La cuestión es que dije que lo primero que haría es aventarme a él  sin que me importe nada más. Que hablaríamos de mil cosas, que le contaría mis sueños, mis inquietudes, mis talentos, sobre mi carrera y demás. Que lindo y ¿lo hiciste? Contame. Puta mierda, no me interrumpas, pareces el Chicuelo del librito  de Urrelo, ese que jode y jode y jode en medio de la narrativa. Bueno, llegó el día. Estábamos en Santa Cruz, cansados por el viaje de casi ocho horas. Fuimos al comando y averiguamos su locación. El Cabrera estaba en el Palmasola. Llegamos. Leeejos había sido esa mierda. Llegamos al recinto y en la puerta lo hicimos llamar, todos lo habían conocido como "azul". ¿"Azul"? Jajajajaja ¿por qué?. Ni idea, boludo, nunca le pregunté, pero también me cagué de risa. Aún así estaba ansioso por que por fin lo conocería. Él salió, estaba de uniforme. Dos estrellas al lado de una barra posaban sobre sus hombros. Yo estaba listo para aventarme a él. Se me salieron un par de lágrimas, más bien guardé un clinex  en el bolsillo. Me acerqué  y lo primero que él  hizo fue dirigirse a mi madre. Le dijo que a qué vinieron. No entendía la escena. Discutieron. Me lo imaginaba de diferente manera. Uy... Yo también. -Él es tu hijo- le dijo mi viejita. Se me acercó lentamente, parecía molesto. Me miraba como un completo desconocido. Él lo era para mí, pero aun así quería que todo fuera diferente. -Ah, eres tú, como es- me dijo en tono hipócrita mientras me extendió la mano. Puta, ese cabrón. Sí, huevón, ¿puedes creer? Mató mis ilusiones. Fue uno de los momentos más incómodos que tuve. Que cabrón. Lo dejé  con la mano extendido. Me hice a un lado y me dirigí hacia mi madre. La tomé de la mano y le dije que por lo menos lo habíamos intentado. Nos fuimos. ¿Y actualmente, sabes algo de él? Víctor, para qué o que ganaría con eso. Estoy bien.  Así nomas es. Así son las cosas.

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