La reina de mi hogar


En esa casa de color crema y café pintada en exterior, su voz es lo primero y lo último que se escucha en el día. “¡Levantate Ulises, ya es tarde!”, “¡Andá dormí de una vez!”, “¡Apagá esa luz!”, y demás oraciones. Lo dice en un tono tan dulce que acompaña una sonrisa contagiosa que es difícil decirle que no.

Ella, hace más de dos décadas que ejerce una profesión importante y admirable a la vez, ser madre de dos hijos. Por diversas circunstancias, la vida le ha otorgado un rol más, ser papá. “La ausencia de ciertas figuras en esta familia me hizo dobletear el trabajo”, comenta Martha, con cierto sarcasmo. 

Para sus hijos es considerada la reina del hogar, pese a que no porta una corona de oro y diamantes que poseían los monarcas de antaño, ejerce cierto poder democrático en ese palacio en Molle Molle de la zona sur, llamado hogar. Ella es la jefa, la mamu, ella lo es todo.

- ¿Qué es lo más difícil que haz atravesado en toda esta trayectoria de ser mamá?
- Cuando pensaba que algo era difícil siempre mi motor, mi impulso era pensar: “Lo haré por mis hijos”, y después todo se acomodaba, ya no era tan difícil como parecía. 

- Es difícil ejercer dos roles en una familia, ¿alguna vez protestaste o reclamaste por ello?
- No, nunca. Hay mujeres que lo han logrado, si ellas han podido porque yo no. La vida nos enseñó que nunca había que mostrar debilidad delante de mis hijos o que me vean mal, porque eso contagia inseguridad, siempre tenía que estar fuerte, sacar de donde se podía.

En ese barrio sureño, que no supera las setenta familias, ella se ha ganado un cierto prestigio por ser una amiga consejera, la que escucha distintos problemas de vecinos. Incluso, su casa es más visitada que del dirigente de la organización territorial de base (Otb).

El significado de su nombre no difiere a su personalidad, genera confianza. Fácilmente hace amigos y difícil que no se encuentre con algún conocido en las calles de la ciudad porque por doquier siembra amistad. 

Sus hijos la admiran por su lucha y entrega en todo lo que emprende. Siempre tiene una palabra, un consejo adecuado para cualquier situación que atraviesen.

No sabe utilizar armas pero es capaz de defenderlos con uñas, garras y dientes y hasta dar su vida por sus hijos. Su ejemplo enseña. Su amor no tiene límites y es incondicional. Su abrazo es reconfortante, recarga energías para seguir adelante. Ella es así, siempre lo fue y no cambiará; simple, sencilla, amiguera, ella es mi madre.

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